25 febrero, 2012
Ni huracanes, incendios o revoluciones han podido con el sueño tabaquero de la familia Fuente.
Su pasión por el buen cigarro los ha convertido en pioneros del puro 100% dominicano, que nace de sus tabacales en Bonao y el valle del Cibao, donde obtuvieron por primera vez la preciada hoja de capa que visten sus Fuente Opus X, considerado uno de los mejores cigarros puros del mundo.
El primer asentamiento de los conquistadores españoles en América fue en la República Dominicana, y uno de sus más sorprendentes descubrimientos fue la planta de tabaco que fumaban los indígenas taínos. En este país se asentó la familia Fuente, de origen gallego, aunque el fundador de los cigarros nació en Cuba.
En Bonao, a unos 75 kilómetros al norte de Santo Domingo, visitamos la hermosa finca tabaquera Chateau de la Fuente,
donde por primera vez se obtuvo en la República Dominicana hojas de capa, hace ya dos décadas. Desde el cielo admiramos la extensa finca llena de simbología relacionada con la familia Fuente, y las alineadas casas de tabaco junto a los cuidados tabacales cubiertos por finas telas de algodón. El tabaco destinado para producir hoja de capa, la fina epidermis que aporta belleza a los cigarros, se cultiva protegida de los rayos solares e inclemencias del tiempo, para obtener una hoja más suave al tacto.
En Bonao nos encontramos con Ariosto Méndez, director de Chateau de la Fuente, que acariciando las sedosas hojas de capa de la hermosa finca, comenta: “nuestra empresa, Tabacalera Fuente, se cuestionó en los años noventa por qué no producir hoja de capa, y comenzó un proceso de investigación en las distintas zonas productoras de tabaco del país; finalmente iniciamos su cultivo en la región de Bonao, que por sus condiciones climáticas y de suelos tenía toda la vocación para producir una excelente capa”. En este paraje, el clima es más fresco y el sol no calienta tanto como en el valle del Cibao, la tradicional región tabaquera de República Dominicana.
Ariosto afirma: “las hojas de la capa, de acuerdo a su piso foliar tienen distintas características de textura, grosor y fortaleza. Las hojas superiores, que son las que reciben más sol, tienen una mayor fortaleza y más nicotina. Y las demás hojas de la planta, gradualmente de arriba hacia abajo, van teniendo menos fuerza. Las mejores hojas de capa se encuentran desde el centro de la planta hasta la corona, como llamamos a las dos hojas superiores. La capa es la primera vista, lo que muestra el cigarro al fumador; por eso tiene que tener una excelente combustión y suficiente elasticidad para poder construir el cigarro, mostrando todo su brillo y belleza”.
En sus cien años de historia, Tabacalera Fuente ha sufrido numerosos contratiempos, como el incendio de su primera fábrica en Tampa, el embargo de tabaco procedente de Cuba con el que se suministraban, y la destrucción de otra de sus fábricas en Nicaragua a manos de la guerrilla sandinista. En 1998, la naturaleza les golpeó de nuevo con el paso del huracán George, que destruyó la mayoría de las casa de tabaco de su finca de Bonao, aunque con mucho esfuerzo lograron reconstruir por completo su Chateau de la Fuente.
Las hojas cosechadas se trasladan a las casas de tabaco, donde unas brasas al rojo vivo sobre el suelo de tierra, aportan el calor necesario para el correcto secado de las mismas, demorándose dicho proceso entre 45 y 60 días. Del lujurioso verde, las hojas de tabaco van adquiriendo sus tonos marrones y una mayor elasticidad, y una vez a la semana se mueven las hojas en sus cujes para que éstas se separaren y la maduración sea uniforme.
Desde Bonao viajamos a Santiago de los Caballeros, capital del valle del Cibao, la principal región tabacalera del país. Aquí se concentran los cultivos de tabaco de sol, donde se obtienen las hojas de tripa y del capote del cigarro. Visitamos la fábrica Arturo Fuente, para conocer de primera mano el proceso de elaboración del cigarro; lo primero que vemos es el secado en las parillas de las hojas destinadas a capote, las que aportan tensión al interior del puro. Junto a esta sala encontramos numerosas barricas de roble, lugar en el que las hojas de tripa de los cigarros se sazonan durante 6 meses, para adquirir los aromas de los Cognacs y los vinos de Jerez que contuvieron. Las hojas se disponen en las paredes de la barrica en vertical dejando una chimenea central para que respiren.
Las hojas de capa son seleccionadas con esmero por expertas manos femeninas, según su tamaño, textura y matiz de color. Desde el semillero al cenicero, los cigarros Arturo Fuente pasan por unas 350 pares de manos. Proceso que dura al menos cinco años, desde que se cosechan las hojas hasta que el cigarro puro llega a los labios del fumador. En la luminosa sala donde los tabaqueros elaboran los cigarros Fuente Opus X nos embriaga el intenso aroma de tabaco y el vertiginoso ritmo de la música de Celia Cruz.
La técnica para construir el bonche del cigarro es muy peculiar: primero preparan dos hojas de capote, a las que recortan sus
extremos exteriores, y luego van tomando las cinco distintas hojas de tripa, para darle complejidad de aromas y sabores al puro. Los tabaqueros van formando con cada hoja unos finos cilindros, torcidos en espiral, que luego juntan en la palma de la mano. Ésta es una técnica ancestral cubana, que transmitió a sus descendientes el abuelo Arturo Fuente, criado en la Perla de las Antillas, y permite una óptima combustión del cigarro.
Luego, los bonches se prensan durante dos horas por cada cara, con el objetivo de mantener su estructura tersa. De esta forma resulta más fácil pasar la hoja de capa. Una vez colocada la capa, se termina la cabeza del puro con un gorro de la misma hoja, que se pega con una cola natural transparente. Y una vez terminados los puros, antes de ser sometidos al último control de calidad, se calibran su peso y óptima construcción en la palma de la mano.
Los mejores tabaqueros, destinados a elaborar los puros Opus X realizan unos cincuenta cigarros al día, y los mazos atados por unas cintas pasan por un riguroso control de calidad, donde se mide el calibre con un cepo así como se inspecciona su perfecta construcción y óptima presentación de la capa. Luego, en una amplia mesa, se seleccionan los puros por su color, separando los tonos carmelitas de los maduros, de forma que en una misma caja vayan los de su tonalidad, siempre lo más uniforme posible. Por último, se visten con su distintiva anilla, se envasan en las cajas, colocándoles previamente un celofán biodegradable, para mantener la estética del cigarro. Y una vez que se han supervisado todos estos detalles, imprimen el sello de garantía Arturo Fuente en la caja de madera de cedro.
Los cigarros Arturo Fuente se convirtieron en los ochenta en uno de los mejores puros del mundo. Un famoso crítico francés de puros, les sugirió que para ser grandes, por la pasión que ponían en sus cigarros, tenían que empezar por crear un cigarro 100% dominicano. Y este fue el reto que asumieron, a pesar de que todos decían que era imposible. La primera hoja de capa salió de la finca Chateau de la Fuente en 1992 y tras someterla a tres años de añejamiento, nace el primer cigarro 100% dominicano en 1995: Fuente Opus X, que tuvo una gran repercusión en la prestigiosa revista Cigar Aficionado. Aunque, las alegrías duraron poco porque un año más tarde, la bodega californiana Opus One les demandó por el uso de la marca, pero tras varios años de lucha judicial ganaron la demanda.
Carlos Fuente Jr. comenta: “mi abuelito, un humilde tabaquero, tuvo un sueño desde los quince años: poder ayudar a su familia y comenzó la pequeña fábrica Arturo Fuente, en 1912. Cada bocanada, ese humo que sube al cielo, es un abrazo a mi abuelo. Es nuestra historia, es nuestra cultura. Hemos pasado por mucho, pero hemos vivido mucho. Y somos los mismos que hace cien años atrás: humildes tabaqueros”.
Tres generaciones y un siglo de continuado tesón han hecho realidad el sueño de un joven emigrante cubano, en Tampa. Y que mejor que celebrar el final de nuestro periplo prendiendo un cigarro Fuente Opus X, 100% dominicano, para que sus azuladas volutas nos transmitan el aroma y la esencia de esta hermosa isla caribeña.
Texto y fotografías: Jesús Bernad