2 junio, 2013
Las variaciones climáticas son las responsables de la diferente personalidad de los vinos cada añada.
Gran parte del encanto del vino se debe a que refleja la personalidad de cada añada, con sutiles o marcadas variaciones que incrementan el placer del buen aficionado. Para conocer los factores que marcan la personalidad de cada cosecha, la importancia de las añadas, hemos entrevistado a cuatro enólogos de esta región, que nos dan su opinión respecto a las recientes añadas de 2009 y 2010, ambas calificadas como excelentes, pero de distinta personalidad.
Una de las voces más autorizadas de la región es Agustín Alonso, director técnico del Consejo Regulador de Ribera del Duero desde el año 2008, que piensa: “2009 es una añada elegante y potente, muy frutal, te diría que hasta barroca, mientras 2010 es más austera, más castellana, muy mineral, con frutillos negros. A corto plazo, 2009, es más explosiva en fruta pero a mí me gusta más 2010, que va más lenta en evolución: es una añada muy grande, que parece que nuca se va a extinguir”.
Pero, ¿por qué en esta celebre región hay tanta variación entre las añadas? Alonso afirma: “Ribera del Duero es una región vinícola límite para el cultivo de la vid, y por ello hay muchas diferencias de una cosecha a otra, y según como sea la climatología así será la maduración; hay algunas añadas más frutales y otras más profundas”. Y pone como ejemplo 2007, que hubo heladas antes de la vendimia y la madurez fue difícil de completar; todo lo contrario a 2009, que la maduración fue plena y de abundante frutosidad.
Nos hemos centrado en este reportaje en los vinos de crianza de estas dos añadas, ambas en el mercado en estos momentos, y recabamos la opinión de María Pinacho, directora técnica de la bodega Marqués de Velilla, que comenta que los crianzas de Ribera del Duero son vinos potentes, con mucho color, muy afrutados y estructurados. La tempranillo, la variedad tinta emblemática de la región, está muy bien adaptada al suelo y clima de la región, que se caracteriza por los inviernos duros y fríos, veranos cálidos de noches frescas, responsables de una lenta maduración en general.
Según Pinacho: “2009 fue una añada excelente, que dio vinos muy maduros, de frutillos negros, aunque fue una añada cálida. Mientras que 2010 fue una añada corta en producción, por las heladas, aunque madura, que generó vinos muy concentrados. 2009 fue una añada muy potente, madura, redonda, con más vida que 2010, que es más elegante, equilibrada pero con estructura, y más fácil de beber en su estilo”.
Como cada vez hay más cultura del vino en España, considera Pinacho, muchos aficionados se guían por cómo fueron las añadas: “en Ribera del Duero hay mucha diferencia entre las añadas en función de la climatología, por ser un clima extremo, según sea el verano lluvioso o muy caluroso”. “Y hay añadas que te sorprenden –continua-, como 2012, que al principio tenía bajo color y aromas, pero ahora va abriéndose en la barrica, incrementándose sus aromas, y estructura, pues parecían más liegos y astringentes al principio”.
Y como varían tanto las añadas, lo enólogos se tienen que adaptar a dar tiempos de crianza a los vinos acordes, siendo más larga los años de vinos profundos y estructurados, que además permiten utilizan más barrica nueva. La enóloga de Marqués de Velilla comenta que le gusta más para sus vinos la barrica de roble francés por que se cría mejor el vino, evoluciona mejor, con aromas más elegantes, y aunque es más lenta en la evolución del vino que la americana, ésta última aporta muchas notas avainilladas y no respeta tanto la fruta.
Según César Muñoz, director técnico de la bodega Montebaco: “Ribera de Duero es una región climática complicada, como lo son las grandes zonas del mundo, y para obtener vinos de calidad el mejor clima es el continental y atlántico, pues a pesar de las dificultades, con cosechas buenas y malas, supone todo un aliciente para obtener grandes vinos con complejidad”. “En el concepto añada –afirma- es muy importante el tipo de clima, y el de Ribera del Duero es continental extremo; con este clima están mucho más marcadas las añadas, y el ciclo de maduración es más lento. Los años cálidos la maduración es total, y en los fríos les falta unos días para la plena maduración. En los años de ciclo largo la tempranillo da vinos más longevos y elegantes, con mucha capacidad de envejecimiento”.
Muñoz opina: “2009 fue el año perfecto: con un invierno de temperaturas muy bajas, la primavera fue fresca, y el verano seco, con días cálidos y noches suaves, y amplia variación entre el día y la noche, que da uvas más equilibradas, complejas y concentradas. De las que conozco es la mejor añada de todas, y de larga vida, por su buena acidez, responsable de vinos longevos”. Mientras: “2010 es una añada excelente pero diferente, pues el ciclo comenzó retrasado, aunque al final hubo una buena maduración y fue cálida; dio vinos corpulentos, con algo menos de acidez y complejidad que 2009, por ser la maduración algo más rápida, y una cosecha más corta por las heladas de primavera”.
César continúa con su reflexión: “los vinos de 2010 son estructurados y florales, de fruta más madura y compotada que en 2009, cuya fruta es más fresca. Confío más en la longevidad de 2009 que en 2010, por su mayor estructura. Yo definiría 2009 como equilibrada y 2010 como potente y madura, pero algo falta de acidez. Y hay que tener en cuenta que los vinos de grado alcohólico mayor envejecen más rápidamente que los ligeros, y 2010 tiene más grado, por el final de ciclo tan cálido”. Muñoz también apuesta por criar sus vinos en barricas francesas, de tostados medios, que es más respetuosa con la fruta y tipicidad del terruño.
Cada elaborador cuenta la añada según le fue, y las peculiaridades microclimáticas de sus viñedos, por ello encontramos algunas variaciones en sus opiniones. Justo Casado, hombre del espectáculo, y actual propietario, viticultor y enólogo de la pequeña bodega artesanal Centum Cadus (100 barricas, en latín) del valle del Cuco, defiende la suya: “2009 fue un año muy equilibrado que dio vinos muy poderosos, y 2010 es un año excelente, y los vinos van a ser más longevos, por eso le di una crianza más larga en barrica al Dominio del Cuco de esa añada. Los vinos de 2010 son muy equilibrados, conservan muy buena acidez, y por ello su maduración es más lenta”.
El Comité de Calificación de las añadas de Ribera del Duero resume sus opiniones tras catar numerosos vinos: “la cosecha 2009 apunta a la consecución de grandes vinos, tanto jóvenes, como especialmente de guarda; vinos con un gran esqueleto, y cuyo potencial permitirá en un futuro disfrutar de sus magníficas cualidades”. Su opinión respecto a 2010 es que: “es una de las añadas históricas de Ribera del Duero, un vino que podremos disfrutar durante décadas, por sus altas dosis de taninos nobles, con aromas aun cerrados, en base a profundidad de la fruta negra y a los tonos minerales”.
Conocer tan a fondo el comportamiento de dos añadas excelentes no lleva a disfrutar mejor los vinos del 2009 y 2010. Pero como bien afirma María Pinacho, en una reflexión llena de sentido común: “lo más importante es el gusto personal de cada consumidor, y lo mejor es que prueben distintas añadas, las comparen y descubran cuál les gusta más”.