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24 junio, 2024

España si es un país de blancos

  Seductores, vibrantes, aromáticos y complejos     En los últimos cinco años hemos visto […]


 

Seductores, vibrantes, aromáticos y complejos

 

 

En los últimos cinco años hemos visto transformarse los gustos de consumidores, que han pasado de beber un 10% de vinos blancos a más de un tercio del conjunto de botellas, y sin tener que ocultarse por la vergüenza. Se han acallado las críticas a los que disfrutamos de los vinos blancos españoles, cada vez más diversos y de mayor personalidad, y no solo durante los meses de calor.

 

 

Hace no muchos años era común escuchar a un enterado/cuñado que el mejor vino blanco siempre era un tinto, y beber este líquido paliducho era un signo inequívoco de falta de hombría.

 

 

 

 

 

A mediados de junio el periodista Enrique Calduch organizó uno de los eventos más interesantes de vinos en Madrid: Salón de los Grandes Blancos, donde reunió a unas 50 bodegas de buenos elaboradores de blancos autóctonos y pudimos comprobar el fantástico nivel de estos vinos, así como comprender sus atractivos al bebedor: vino frescos, etéreos, sabrosos y de seductora personalidad, sin la pesadez de los taninos de los tintos y muchas veces la densa madera de su crianza.

 

 

En el salón predominaban, como no podía ser de otro modo, los blancos gallegos y los verdejos de Rueda, sin duda las dos regiones que mejores propuestas realizan al consumidor. Varias décadas atrás el blanco que predominaba era un anodino Penedés, región que en la actualidad cada vez elabora mejores blancos de la variedad autóctona xarel.lo, de buen cuerpo y frutosidad. Si tuviéramos que destacar el punto clave del salto de calidad de vinos frescos y ligeros, a vinos complejos y sabrosos, este sería la crianza del vino sobre las lías finas (las levaduras de la fermentación que se van disolviendo poco a poco en el vino), ganado este carnosidad, volumen y untuosidad.

 

 

 

 

 

 

En el valle del Salnés de Rías Baixas, cuya población más conocida es Cambados, encontramos a los seductores vino monovarietales de albariño, como Martín Codax, cuya bodega la conformas 500 viticultores; Su actual añada es vibrante, fresca, de gran frutosidad y final de miel. Una bodega que me seduce mucho en esta comarca es Pazo de Señorans, ubicada en una casa solariega del siglo XVI, con su hermoso hórreo. Deliciosos blancos, afrutados y vivaces; su excelente Colección 2020 es un albariño de guarda, que madura 8 meses sobre lías y tres años más en botella. Su gran vino es el Selección de Añada, de viñedos de 60 años de edad, con 10 años antes de ver la luz, entre ellos 42 meses sobre lías: muy complejo y mineral, denso, fluido, de amplia frutosidad y arrebatadora personalidad (en mi opinión uno de los mejores vinos blancos de nuestro país).

 

 

En Galicia no todo es albariño, pues en Rías Baixas encontramos que predomina es en el valle del Salnés (Pontevedra), mientras en el sur, en las regiones del Rosal y Condado, junto al norte de Portugal, la albariño se fusiona con la loureiro y la caiño blanco entre otras, como ocurre con el sabroso y potente Terras Gauda (O Rosal). O con el muy afrutado, herbáceo y elegante Fillaboa (Condado de Tea), aunque su hermano mayor Selección Finca Monte Alto, con 24 meses de maduración sobre lías es de mayor profundidad de sabores, y su La Fillaboa 1898 (año que rinde homenaje a Cuba), con 6 años sobre lías, muestra el gran potencial de los albariños de selectas fincas.

 

 

 

 

Entre mis bodegas favoritas de Valdeorras se encuentra Valdesil (valle del río Sil). Su lema es “guardianes del alma gallega”; ya son cuatro generaciones (1885), que defienden el legado familiar, y sus viñedos de cepas centenarias. Delicioso su Montenovo, pero su buque insignia es el Valdesil Sobre Lías (6 meses), un godello pletórico y vibrante de viña cultivadas sobre suelos de pizarra negra. Excelente es su Pezas da Portela, un vino de 11 parcelas, que madura 6 meses en barrica con battonage con sus lías finas; despliega una nariz de ensueño, donde se fusiona su afrutamiento con una profunda mineralidad, y un final de vibrante acidez.

 

Entre los amantes de los blancos gallegos hay una variedad blanca que a muchos nos tiene seducido: la godello, la reina de Valdeorras (Orense), región que al llover menos que en la costa, da vinos más concentrados. La godello fue recuperada de una probable extinción y hoy es la responsable de unos vinos blancos maravillosos. La bodega ribereña Pago de los Capellanes apostó por esta región, comprando viñedos en bancales (ya son 50 hectáreas en la minifundista Galicia), con los que elabora su vibrante O Luar do Sil. Tensión mineral, de sus suelos de granito, despliega su Godello Sobre Lías (8 meses), y su vino de una parcela peculiar, con cepas de 80 años, Vides de Córgomo, es denso y fluido a la vez, de gran vivacidad y nervio, con una pletórica mineralidad final.

 

 

 

Rioja siempre se ha caracterizado en elaborar vinos blancos de la anodina viura, hasta que los mejores elaboradores han apostado por las viñas viejas y crianzas en barricas de roble para ganar complejidad. Muchos asocian estos vinos a los Tondonia, de largo añejamiento y tonos dorados. Pero en Rioja algunas bodegas han modernizado el estilo, como Rémirez de Ganuza, con su blanco de reserva, donde la viura se fusiona a la malvasía riojana y la garnacha blanca, un vino sabroso, con cuerpo y vibrante final especiado. Con ese mismo coupage de uva descubrimos el blanco de Muga, muy vivaz y cítrico; y su excelente Flor de Muga reserva, que fermenta en tina de madera y culmina su crianza de 6 meses en barricas de roble francés Allier, sale al mercado tras 18 meses de botella; un vino equilibrado, potente, de amplia boca, con un perfil muy gastronómico.

 

 

De las variedades foráneas más cultivadas en España destaca el chardonnay, variedad originaria de la Borgoña, y que tan buenos vino ofrece en Navarra y Somontano (Huesca). En esta última región del prepirineo, nos sorprendió un vino blanco de una variedad alsaciana, Gewürztraminer, con su delicado aroma de pétalos de rosas y recuerdo otoñal. Viñas del Vero, uno de las principales bodegas de la comarca elabora fruto de la fusión de 5 variedades blancas su vino Clarión, de compleja elegancia. Pero si hay un vino de Somontano que con solo pronunciar su nombre me hace salivar es el Enate Chardonnay 234: vibrante y jugoso, con una excelente relación precio calidad. Su hermano mayor, el Chardonnay fermentado en barrica (7 meses de roble francés) es una fusión de fruta madura, con notas de piñones, elegante amargor y delicado final avainillado.

 

 

 

 

Si tuviera que beber un vino blanco a diario, sin dudarlo este sería un Rueda Verdejo, pero no los verdejitos de barra de bar, acídulos e insípidos, de viñas muy jóvenes, profundamente cansinos, de los que los bebedores ya estamos hartos. La bodega riojana Marqués de Riscal fua pionera en recuperar la verdejo en la zona, así como introdujo la sauvignon blanc, de origen bordelés. Su Rueda verdejo posee vivacidad y frescor y un delicioso final amargo, que yo identifico con la variedad. Pero su vino más seductor es Finca Montico, calificado como un Gran Vino de Rueda (procedentes de viñedos de más de 30 años y bajos rendimientos), de gran profundidad gustativa, seco, de boca amplia y final jugoso, con elegante amargor y persistente personalidad.

 

 

Me gusta mucho el Shaya (de bodegas Gil Family Estates), elaborado en la parte segoviana, que destaca por su equilibrada boca frutal y buena acidez. Así como también los verdejos de Javier Sanz Viticultor, bodega familiar que ya atiende la quinta generación, y cuyo lema es el máximo respeto a la tradición, como demuestra la recuperación de un original clon de la verdejo Malacorta. Su Rueda verdejo es muy seco, sabroso y de elegante amargor, mientras Malacorta Verdejo sobre lías (5 meses) es más complejo, de vibrante acidez y larga persistencia.

 

 

 

 

 

La cumbre del verdejo son los vinos de José Pariente, bodega familiar con viñedos en La Seca (Valladolid), guardianes de la tradición vinícola de la región bien entendida. Su verdejo es muy afrutado y herbáceo, de paso cálido y final fresco. El sauvignon blanc es más ligero que el verdejo, pero más aromático, con recuerdo tropical de maracuyá y una boca untuosa. El Cuvée Especial, procedente de viñas de 70 años de edad, que madura 10 meses con sus lías y parte en barrica, es impresionante: llena la boca y muestra el carácter de un gran vino de verdejo de guarda, su máxima expresión.

 

 

 

En España cada vez son mejores y más diversos los vinos blancos, que para muchos se han convertido en vinos hedonistas de vibrante sensualidad. Un vino blanco etéreo pero profundo (en especial si ha madurado con sus lías finas), que nos eleva el espíritu.

 

 

 

Texto y fotos: Jesús Bernad



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