16 abril, 2012
Nicaragua es una de las mejores regiones productoras de cigarros puros manuales del mundo.
José Orlando Padrón es uno de los personajes más singulares del mundo del cigarro puro Premium, que ha sabido transformar sus sueños en realidad creando cigarros puros con tabaco de Nicaragua, que reflejan la personalidad de su creador: rotundo, viril y potente. Nicaragua, en el interior de Centroamérica está considerada un paraíso para el cultivo del tabaco, por el tipo de tierra de origen volcánico y un clima fresco debido a la mayor altitud. En los nicaragüenses valles de Jalapa y Estelí predomina el cultivo de las variedades de tabaco de origen cubano, Criollo y Habana 2000, que fueron traídas por los exiliados cubanos al triunfo de la revolución y aportaron su conocimiento y larga tradición tabaquera al país.
La peripecia vital de José Orlando Padrón es apasionante. Su padre, al igual que su abuelo (de origen canario), eran cosecheros de tabaco en la provincia cubana de Pinar del Río, y al triunfo de la revolución le quitaron la finca familiar. José Orlando, que había luchado en el ejército rebelde, se exilió en 1961, llegando a Madrid con tan solo 25 pesetas en el bolsillo. Nueve meses más tarde se embarcaría en Vigo en el buque Covadonga, que le llevaría a Nueva York, para recalar luego en Miami, donde nace tres años más tarde, de forma muy modesta Padrón Cigars, para satisfacer el deseo de los exiliados de fumar buenos puros.
En 1978 participó en la negociación para liberar 3.600 presos políticos cubanos con Fidel Castro, con el que aparece en una fotografía ofreciéndole uno de sus puros. Esta imagen exacerbó los ánimos de los exiliados más radicales que quemaron su fábrica de Miami, poniendo cinco bombas. Por aquel entonces, la mayoría del tabaco con el que elaboraba sus cigarros procedía del valle de Jalapa, en el norte de Nicaragua, región que conoció cuando el dictador Somoza le llamó para que le asesorara sobre el cultivo y comercialización del tabaco de su país. Durante la guerra, los sandinistas le quemaron la fábrica de Estelí, aunque con la ayuda de los trabajadores la reconstruyeron rápidamente.
Con el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua, y el posterior embargo norteamericano a los productos del país (1985-1990), perdieron su principal cliente, trasladando su fábrica a Danlí, en Honduras, aunque seguían suministrándose de tabaco nicaragüense. Y a estas peripecias humanas hay que sumarle los antojos de la naturaleza, con la llegada del huracán Mitch (octubre 1998) que desbordo los ríos de la región, segando vidas y arruinando fincas que no se pudieron recuperar nunca más. José Orlando Padrón concluye su relato: “solo la pasión por lo que haces es la responsable de superar tantas vicisitudes en la vida”, pasión que ha sabido transmitir a su hijo Jorge Padrón, director comercial de la compañía con sede en Miami, y cuyos cigarros ha prestigiado en las mejores tabaquerías de Estados Unidos. Qué mejor reconocimiento que el premio otorgado por la influyente revista Cigar Aficionado al mejor cigarro del año, a su Padrón Serie 1926 Nº 9.
La fábrica Cubanica de los Padrón se ubica en Estelí, a unos 150 kilómetros al norte de Managua, en un amplio valle a mil metros de altitud. Las plantas de tabaco nacen en los semilleros durante los meses de octubre y noviembre, tres meses más tarde se cosechan los campos. El tabaco de sus cigarros procede de cinco fincas: Villa Vieja, a las afuera de Estelí, donde plantaron su primera finca; Santa Rita, a unos 35 km. al norte, en el fondo de un valle rodeado de colinas; mientras las demás fincas están en el valle de Jalapa, a 130 km. al norte de Estelí, muy cerca de la frontera con Honduras. Las plantas las cosechan con cinco cortes, desechando las más cercanas al suelo; de la corona extraen las hojas de tripa más fuertes y las de capa más oscuras, que cultivan a pleno sol. Del centro de la planta obtienen el seco, viso y ligero. En el valle de Jalapa, la principal zona tabaquera de Nicaragua, el suelo es más arenoso que en Estelí y el clima más fresco al estar rodeado de montañas; un terruño que afirma José Orlando Padrón “es similar a Pinar del Río”, de donde procede, en su opinión, “el mejor tabaco del mundo” y que, en un futuro próximo, le gustaría poder adquirir, pero elaborando sus puros en Estelí.
Las hojas recién cosechadas a mano se llevan a los sólidos ranchones de madera, cuyos techos son de zinc para lograr una mayor temperatura que permita un secado más rápido y homogéneo de las hojas. Manos femeninas cosen las anchas hojas de tabaco que cuelgan en cujes de madera y en 60 días pierden su intenso color verde. En la sala de fermentación huele muy fuerte, un tufo picante a amoniaco que marea, excelente síntoma de la buena fermentación de las hojas en los pilones; éstas una vez mojadas comienzan a eliminar las impurezas y cuando la temperatura alcanza en el centro del pilón 65º C, lo desmontan y orean las gavillas. Así, pueden llegar hasta dos años, dando hasta diez vueltas a cada pilón. Padrón insiste en que la buena curación de las hojas, larga y rigurosa, es fundamental para el buen tiro del cigarro. Por ello, en los cigarros de más alta gama, el Padrón Series 1964, las hojas tienen una edad media de cuatro años de añejamiento, mientras que en la Serie 1926 es de cinco años.
En la sala de torcido de la fábrica trabajan unas 60 parejas de tabaqueros, que elaboran unos 400 puros al día. Mientras los hombres elaboran los bonches con la tripa y capote, tras una suave prensada de estos durante 20 minutos, las mujeres pasan la capa, oscura y muy mojada para que se pegue mejor al cigarro y quede más estirada. Trabajan muy rápido, concentrados, con precisión y en cada línea de la galera de torcedores un supervisor controla la calidad de los puros anudados con cinta de colores. El control del proceso para elaborar cinco millones de puros al año, lo supervisa minuciosamente Padrón. Sus puros son sabrosos y aromáticos, de caracter terroso y muy satisfactorios.
Los cigarros Padrón se encuentran entre los mejores puros de Centroamérica, poseen el inconfundible carácter del terruño
que les vio nacer y reflejan la entusiasta personalidad de José Orlando Padrón, un genuino creador de puros de autor.
Texto y fotografía: Jesús Bernad