29 julio, 2012
La primera semana de julio nos acercamos al Puerto Olímpico de Barcelona a descubrir, a bordo de una goleta, una de las ginebras con más historia de Inglaterra.
La destilería de Plymouth, ubicada en la costa suroeste de Inglaterra en la población del mismo nombre, es una de las más antiguas del país, fundada por Mr. Coates en 1793 entre los muros del monasterio de Black Frias, de donde partían numerosos viajeros al Nuevo Mundo. En muy pocos años Plymouth Gin se convirtió en la bebida favorita de la marinería de la Royal Navy, en especial la denominada Navy Strength, que con una graduación de 57º servía tanto para remojarse el gaznate como para encender la pólvora húmeda de los cañones.
Plymouth es una de las destilerías mas antiguas de Gran Bretaña, y la única ginebra con Denominación de Origen en este país, pues solo se puede elaborar entre los muros de esta ciudad marinera, por la calidad del agua de la que se suministra. Plymouth sigue elaborándose con una base de alcohol puro de trigo inglés, cuenta con 7 botánicos de su receta original, de hace 200 años, y sigue destilándose en el alambique de cobre de origen victoriano. En la goleta disfrutamos de cuatro diferentes talleres que nos acercaron al tipo de navegación de aquellos tiempos.
En el taller de gastronomía, Iker Erauzkin, reputado cocinero y director del Aula Gastronómica de La Boquería, nos hizo entender lo que suponía en aquel entonces una travesía por mar de varios meses, y en que consistía su alimentación. En general los marineros comían bien, aunque era todo un lujo conservar el agua durante muchas semanas, y a menudo le añadían al líquido elemento ginebra para alargar su conservación. Nos mostro el Hardtac, como denominaba la Real Armada británica a este pan duro cocido sin levadura, que podía durar varios años, y que los marineros desmigaban en agua para hacer una papila de avena. Carnes desecadas, pescados en salazón, arenques ahumados complementaban su dieta en la que no podía faltar las frutas cítricas para evitar la carencia de vitaminas y el escorbuto; limones que muchas veces acaban sumergidos en su ginebra.
Los navegantes por un día, en el Puerto Olímpico de Barcelona, acabamos en proa con Cali Sanmartí, reconocido navegante y regatista nacional que dio la vuelta al mundo en la Barcelona World Race; en la goleta Plymouth dirigía un taller de cabuyería, que es como se denomina el arte de hacer nudos marineros, imprescindibles en una embarcación a vela. Nos transmitió las sensaciones de recorrer los principales océanos del planeta en su reciente vuelta al mundo sin escalas, y nos comentó la importancia de saber hacer el nudo adecuado para cada ocasión; aunque el más importante del todos es el as de guía que sirve tanto para amarrar la embarcación como para salvar a un compañero que cae al mar.
Algunos nos preguntábamos como sería la navegación en aquellos tiempos donde no existía el GPS, y la respuesta nos la dio Luis Medero, experto en cartografía y en guiarse por las estrellas, que dirigía el interesante taller de astronavegación. Con la ayuda de un reloj, para saber la hora exacta, y el grado que forma una estrella con el horizonte, se podía determinar en un mapa la posición exacta en que se encontraba una embarcación. Nos enseño cómo funcionaba el sextante, instrumento de una enorme precisión, y como girando una serie de ruedas se obtenía el grado exacto que un astro formaba con el horizonte y que al ser trasladado a un mapa nos daba una inequívoca posición global.
Uno de los talleres más deseados por todos los asistentes al original evento fue el de la destilación de la ginebra, de la mano del Maestro Destilador de Plymouth Sean Harrison. Tras destacar los aspectos históricos de la ginebra que el elabora en el hermoso puerto del sur de Inglaterra, como la importancia de la misma en los barcos de la Armada Británica, donde era la bebida favorita de los oficiales, pues la marinería bebía ron, introdujo en un alambique de cristal el alcohol de cereal con una graduación de un 65% en volumen.
En este líquido fue sumergiendo las imprescindibles bayas de enebro, las pieles desecadas de limón y naranja, para extraer sus cítricos aceites esenciales; le siguieron la raíz de angélica, la raíz de iris que le aporta el cuerpo a la ginebra, para culminar con el toque especiado de las vainas de cardamomo y las semillas de coriandro. Todo ello lo puso al fuego, y en una media hora las gloriosas gotas destiladas comenzaron a aparecer en el trasparente serpentín, inmerso en agua fría, donde se fueron condensando, y tras diluirlas con un poco de agua, pudimos degustar una ginebra recién destilada en alta mar.
Una jornada memorable, por lo original de la propuesta, donde disfrutar del mar en compañía de un buen gintonic de Plymouth: una ginebra singular, equilibrada, cítrica y especiada, que nos refrescó de los calores de la travesía, y nos hizo soñar con la navegación en tiempos pretéritos.
Texto y fotografías: Jesús Bernad