8 julio, 2018
Manuel Manzaneque, hombre del mundo del teatro, fue un visionario en su Finca Élez.
Cuando ascendemos por las planicies manchegas, hasta los 1.000 metros de altitud, vamos dejando atrás las monótonas llanuras y llegamos al Bonillo, provincia de Albacete, cuyo peculiar paisaje lo forman ancestrales sabinas, con matas de tomillo y romero, y curiosamente viñedos, plantados hace 30 años por Manuel Manzaneque.
Allí creó su Finca Élez, plantando 4 viñedos en 40 hectáreas en 1989, a una altitud desconocida hasta entonces en La Mancha (1.080 metros), junto a la Sierra de Alcaraz, dentro del Parque Natural Las Lagunas de Ruidera. Un lugar virgen de viñas que aseguraba un clima fresco, y una madurez más lenta y plena de las uvas. Por su innovación y el resultado de sus vinos en la bodega Manuel Manzaneque, obtuvo en 2002 el reconocimiento como Denominación de Origen Pago Finca Élez, máxima categoría de protección en las leyes españolas.
Pero al igual que tuvo fortuna en su apuesta, nos cuenta Sofía Manzaneque, su hija y actual directora de la bodega, existían ciertos parámetros que aseguraban el éxito: un clima continental, frío en invierno con abundantes nevadas; una primavera seca muy ventosa, que aporta una gran sanidad a las uvas; y veranos muy calurosos, pero con una diferencia térmica de hasta 20º C entre el día y la noche, que ralentiza la maduración y permite a las uvas retener su preciada acidez; a todo ello se sumaba un suelo pedregoso, franco arcilloso, con mucha arena, que drena bien, y aporta estructura y cuerpo al vino.
El Bonillo es uno de los mayores sabinares de Europa, y su peculiar perfume, impregnan el aire. La vendimia se realiza en el momento óptimo de madurez, entre finales de agosto a principios de noviembre, y la uva blanca se vendimia de noche, cuando las temperaturas son más frescas. Al no existir tradición vinícola en la finca, Manzaneque se dejó llevar por sus variedades favoritas para cultivarlas en su finca: la gloriosa blanca chardonnay, que había probado en vinos de la Borgoña; y las tinta autóctona tempranillo, junto a las francesas: syrah (Ródano), cabernet sauvignon y merlot (Burdeos). Fue un viñedo pionero en la zona por su elevada altitud, y eso sí, todos los sarmientos se trajeron de viveros de Francia para asegurar su autenticidad.
Entramos en la bodega y vemos los altivos depósitos de acero inoxidable, donde maceran los mostos de las uvas tintas con las pieles para fijar su color, aroma y sabor, mediante control de temperatura. En ellos maceran las uvas estrujadas entre 5 a 6 días, con remontados diarios, a una temperatura media de entre 25 a 26º C. y luego realiza de forma natural la fermentación maloláctica en depósitos, aunque en algunos vinos esta fermentación ocurre lentamente en las barricas, durante dos a tres meses.
En los blancos, para preservar los aromas primarios de la piel, trabajan con un depósito denominado pera, de forma ovalada, que se llena de uva blanca, y se enfría a 0º C; con la presión de una membranas internas rompen la piel de la uva, que macera durante 4 horas; con este sistema se fomenta un gran contacto de la piel con el mosto, para más tarde fermentar a unos 16º C; parte del vino blanco va a la barrica de roble, realizando un battonage una vez al día. La crianza demora entre 6 a 9 meses con sus lías, al igual que ocurre con el blanco joven.
Su tinto top es Escena, donde predomina la casta tempranillo, que va a realizar una larga crianza en botellas, hasta que se afinen los aromas. Producen unas 150.000 botellas al año, pero a todas les dan madurez en botella hasta el momento óptimo de su disfrute. Descendemos a la cava subterránea, a unos 20 metros de profundidad, donde la temperatura es muy fresca. En ella encontramos la sala con barricas, de 220, 250 y 300 litros de capacidad, donde predomina el roble francés, que aporta finura, junto al americano y roble del este, todo ellos pensado para darle complejidad al vino.
Desde los comienzos de la bodega, Manzaneque contó como asesor enológico a Juan José Díaz, que cual maestro de orquesta dirigió una amplia cata de toda su gama de vinos:
Chardonnay Joven 2017; “ecológico y de altura”, 5 meses sobre sus lías finas. Muy aromático, piel de manzana verde; en boca floral, afrutado de manzana y toque tropical, jugoso, vivaz, con buena acidez, volumen en boca y muy varietal. Agradable de beber; la altitud aporta acidez y vivacidad al vino.
Manuel Manzaneque Finca Élez 2014; 80% cabernet y 20% tempranillo; 18 meses en barricas de roble francés. Es su antiguo crianza; recién embotellado. En nariz fresco, toque cerezas ácidas, en boca algo blando por la maloláctica, fruta simple, con tanino goloso y final ácido. Debe redondearse en la botella.
Applause 2007; “homenaje a los 25 años de la bodega, y al teatro de Manuel Manzaneque”. cabernet 70%, tempranillo 15% y merlot 15%. 18 meses en roble francés (80%), de Europa del Este (15%) y americano fino (5%). Color picota muy oscuro, aromas de moras, violetas y especias; Cabernet Sauvignon maduro, con un tanino goloso, dulce, de estilo amable, con un final algo plano.
Syrah 2009; “la novedad”. Syrah 100% y 30 meses en roble francés. Ciruela negra y especias, buena boca, jugoso, amplio, chocolate y cacao, con tanino amable, maduro y redondo, muy largo y placentero de beber, con final de tinta china y viva acidez.
Escena 2009; “tempranillo de suelo calizo”. tempranillo 90% y cabernet 10%. Roble francés (30 meses) de 3 tipos: Allier, Troncáis y Nevers. Vino top de la bodega, elaborado sólo en añadas muy especiales: aromas de moras y violetas, en la boca es muy fino y fluido, sabroso y con cuerpo, pero de final elegante, de tacto suave, largo y sensual. Muy bueno.
Chardonnay Fermentado en Barrica 2013; “nuestro blanco más emblemático”. De 8 a 9 meses en barrica de roble francés sobre lías con battonage. Intenso color dorado, con marcadas notas de piñones y resina de pino. En la boca es fluido y sabroso, es amplia y gustosa, un vino largo, con recuerdos de manzana asada y buen carácter. Me gusta mucho
No deja de ser curioso que el chardonnay fermentado en barrica tenga más cuerpo que el gran tinto de la casa, Escena. Pero tal vez mi preferido, en esta tarde veraniega, es el chardonnay joven, muy fresco y placentero.
A modo de cierre de esta visita a Finca Élez, y antes de culminarla con una sensacional comida manchega, Carlos Delgado, el crítico de vinos de El País, rinde un sentido homenaje a Manuel Manzaneque, que nos confiesa, afirmaba que: “el vino es como un actor, debe contar su tierra, su clima, su cepa; pero si es un buen actor, debe mantener un cierto diálogo con el público”; esta era su filosofía.
La gente del mundo del teatro sigue teniendo devoción por Manuel Manzaneque. Y desde Planeta Hedonista queremos rendirle un sentido homenaje a un pionero y visionario en el mundo de los vinos y del teatro.