9 septiembre, 2011
La tradicional casa de Champagne Moët & Chandon ha comenzado la vendimia la última semana de agosto de 2011, una de las mas tempranas desde hace muchas décadas.
Los viñedos donde nace las festivas burbujas del Champagne, región ubicada a unos 120 kilómetros al este de París, se llenan de la alegría de los vendimiadores, que seleccionan los mejores racimos de la uva blanca Chardonnay y de las tintas Pinot Noir y Pinot Meunier.
Se ha adelantado la vendimia en dos semanas debido a la temprana floración de las vides y del intenso calor que han soportado esta región entre los meses de mayo y julio de este año. Acudimos a la Montaña de Reims, donde podemos observar como las pequeñas cajas con los racimos vendimiados a mano, se llevan con prontitud a los centros de prensado, ubicados junto al viñedo, con el objetivo de preservar la pureza de los futuros vinos.
Moët & Chandon, bodega fundada en 1743 en los tiempos del reinado de Luis XV, es la principal propietaria de viñedo en la región, con 1.200 hectáreas en propiedad y 2.600 Ha de viticultores que le suministran las uvas. Sus viñedos están ubicados en las tres principales zonas de la denominación: el valle del río Marne (donde predomina la tinta Pinot Meunier), la Cote de Blancs (la mejor ubicación para la blanca Chardonnay), y la Montaña de Reims (el paraíso de la Pinot Noir). Esa gran diversidad de viñedo les permite elegir la mejor uva para sus champagnes Brut Imperial y los exclusivos Millesimé (de una sola añada).
La mayoría del champagne que bebemos, como el Moët & Chandon Brut Imperial es fruto de un coupage o mezcla de hasta cien vinos diferentes, de tres variedades de uvas, diversos viñedos y añadas, pues un 20% de la mezcla final es de vinos maduros de anteriores vendimias, que realizan una crianza de unos tres años en las cavas subterráneas, antes de ver la luz; de esta forma se aseguran la personalidad del estilo año tras año.
Los champagnes Millesimé, como el Moët & Chandon Grande Vintage 2002, es de una sola vendimia, que se caracteriza por su buena calidad, y por ello no se elaboran todos los años. Estos grandes vinos espumosos maduran hasta 7 años en la botella, ganando complejidad. Están de moda los champagnes rosados, como el M & C Imperial Rosé, fruto del coupage de vinos blancos y tintos, de fina burbuja y abundantes notas de frutillos rojos. La última novedad de esta centenaria casa es el Moët & Chandon Ice Imperial, vestido de riguroso blanco (ver foto principal), pensado para disfrutar con hielo durante los meses estivales.
En la entrada de la bodega en Epernay, nos recibe la imponente figura de Dom Pérignon, monje de la abadía de Hautvillers, considerado el padre del champagne. Este monje no fue el inventor de las burbujas, pero sí el que inició la elaboración de vinos blancos de uvas tintas; el responsable de los primeros coupage de las tres variedades; y descubrió la importancia de la madurez del vino espumoso en la botella, y cómo conservar las preciadas burbujas sin que estallaran las botellas, algo habitual en el siglo XVII. En homenaje a la iniciativa de este monje pionero, Moët & Chandon bautiza con su nombre su más exclusivo champagne: Dom Pérignon.
La belleza de las viñas donde nace el champagne, dispuestas en apretadas líneas siguiendo las curvas de las laderas, nos trasmiten el perfume de las uvas recién cosechadas, que años más tarde descorcharemos en festivas burbujas.
Texto y fotografía: Jesús Bernad